Clementina, la vieja
Hace mucho tiempo cuando se empezó a
poblar Cutervo, en las faldas del Cerro Ilucán vivía Clementina una señora ya
un poco mayor con unos cabellos Blancos como la nieve, vieja por la edad que ya tenía y muy apesadumbrada; pero en el fondo de su
corazón era buena, aunque a muchos niños su apariencia no les agradaba.
Era tiempo de Cuaresma y estaba
preparándose para Pascua, Clementina era muy religiosa, pues no faltaba a misa,
ella muy apresurada bajaba todos los domingos
de lo más alto del cerro, como ya era mayor su caminar era lento, siempre pedía ayuda a
cualquier muchacho que se encontraba por el camino.
Durante los cuarenta días de Cuaresma, ella
hizo la misma ruta todos los domingos, y pues es
allí cuando conoció a Jacinto, un niño de ocho años de edad, muy atento y vivaz,
que vivía cerca de la casa de Clementina, siempre que bajaba al pueblo, Jacinto la acompañaba.
Había llegado ya Semana Santa, durante este
tiempo ella se quiso quedar en Cutervo, para poder participar de todas las
actividades de la Iglesia, pero no tenía dónde quedarse así que un sábado se
puso a buscar posada. Clementina iba de
casa en casa, al atardecer se estaba dando por vencida, porque nadie en el
pueblo tenía un espacio donde se quede Cleme,
sin embargo ella visualizó una casa muy grande y se dijo:
- Si
en las anteriores me han negado hospedaje porque no hay espacio, seguro en esta
casa grande tendré suerte.
Dicho y hecho la familia aceptó a Cleme
con mucho cariño por el tiempo que se iba a quedar, le dieron un pequeño lugar
donde le indicaron que será ahí donde dormirá.
Le enseñaron la casa, era muy grande como se veía por afuera y pasó la noche en
ese acogedor hogar.
En la mañana cuando despertó Cleme,
sintió un grandioso clima con un rico calor y pues se levantó y salió del cuarto
a saludar a la familia generosa, los miembros mayores que vivían ahí, también
la saludaron, pero los pequeños niños ni la tomaron en cuenta, Cleme estuvo
normal porque pensó que de seguro los tres niños no la escucharon.
Durante el desayuno los niños empezaron con insultos a Clementina porque tenía un aspecto no tan agradable, y además les molestaba que
les esté haciendo observaciones de su mal comportamiento:
-Vieja
fea por qué no te vas
- Es vieja, melosa y lo peor que es fea.
A
Clementina no le agradó los comentarios de los niños, ella fingía como si no
pasara nada y no le importaba lo que decían.
Ya en la tarde toda la familia y Clementina
salieron a la actividad que hacía la iglesia por Domingo de Ramos; pues Cleme
no la estaba pasando bien porque los niños seguían con los mismos insultos, ya
que ella había cogido algo que no era suyo y así fue día tras día.
En un abrir y cerrar de ojos se hizo
nuevamente Domingo y en el pueblo se celebraba la resurrección de Jesús.
Clementina se cansó de que los niños del pueblo la llamaran vieja y cosas
despectivas que le hacían sentir mal.
Terminaron todas las actividades que
organizaba la Iglesia y Clementina ya tenía que regresar a su casa, tenía que ir
caminando hasta las faldas del cerro Ilucán, se despidió de aquella familia que
le había dado posada y se puso en marcha hasta su hogar.
Después de unos cuantos minutos ella ya
estaba en su casa, rodeada de naturaleza, aire puro, de animales de todo tamaño
y sin niños que le digan cosas feas. Entró en su pequeña chocita y se vio con
la sorpresa de que estaba toda desordena y había una nota sobre la mesa que decía: “Vieja Fea y metiche,
ahí tienes tu azúcar, tu arroz, tu pan, tus fideos y nunca más vuelvas a bajar
al pueblo porque asustas a los niños”
Ella sintió cólera y a la vez tristeza y tuvo un
pensamiento de venganza para todos los niños de Cutervo.
Se acordó que más arriba de su casita había una laguna
con agua muy cristalina y con deseo de venganza quiso traer a todos los niños y
dejarlos en el fondo del agua.
Pasó unas cuantas semanas desde la última vez que estuvo
en Cutervo, esperó la noche para que saque de sus casas a todos los niños del
pueblo con dirección a la dichosa laguna, que haría lo más horripilante en ese
lugar.
Pues llegó el atardecer y Cleme hizo lo posible por
llegar a Cutervo antes de que oscurezca, se cubrió con su chal negro e inició
su camino.
En toda ida al pueblo encontró a Jacinto, Clementina lo llamó y le
dijo:
- Como la vejez está conmigo es muy agotador bajar, ya
que tú eres un jovencito sano quiero que me hagas un favor.
- Doña Cleme, a ver dígame qué es lo que tengo que hacer,
respondió Jacinto.
- Bien, dijo Cleme, en el pueblo pasa la
voz a todos los pequeños niños, que camino al Ilucán hay una laguna de agua muy
clara, donde se pide deseos y que vengan todos los que pueden, menos tú.
- Bueno señora, iré pues hacer lo que usted me pide; pero
me invade la tristeza que me diga que no vaya a esa laguna, le contestó.
Clementina con humos de estar impaciente y enojada le
dijo:
- Jacinto has lo
que te he dicho y no rompas mis reglas.
Él muy obediente fue a avisar a todos los niños de Cutervo y ellos
emocionados y creídos hicieron lo indicado por Jacinto.
Clementina los esperaba en aquella laguna que había
hechizado, al poco rato los niños estaban con ella y uno por uno los metía a la
laguna; Jacinto que se había escondido entre los grandes pinos que había
alrededor observaba todo lo que hacía la viejita.
Él muy asustado, corrió y bajó rápidamente hasta Cutervo a avisar a todos los padres, que vayan
auxiliar a sus hijos. Todos en el pueblo estaban asombrados por lo que decía
Jacinto y se fueron con ronderos de varias zonas hasta el lugar donde se
encontraba Clementina; sin embargo, fue en vano La Vieja se había fugado para
que no le hagan daño.
La población muy dolida por la pérdida de los pequeños
habitantes, querían hacerle pagar por todas esa vidas. Para comenzar aquella
venganza del pueblo fueron a visitar un brujo famoso, para que encante a
Clementina, el brujo ofreció su trabajo y les prometió buenos resultados.
Había pasado unos meses, cuando el brujo
dio respuestas, les indicó que camino a la inmensa laguna de agua cristalina
encontrarán una piedra muy grande que era Clementina, en forma de una viejita
agazapada, donde se dibuja su rostro y está cubriendo el paso hacia la laguna,
y les dijo que tengan mucho cuidado pues dentro de esa roca hay energías muy negativas
para quien pasa o está cerca de ella. También agregó que en aquella laguna
todavía los niños están con vida y la
única salida es que un niño pida el deseo de sacar a todos los niños perdidos.
Al recibir esa grandiosa noticia, la
población cutervina fue a donde el hechicero indicó y se llenaron de sorpresa al ver que Jacinto
estaba observando detenidamente aquella piedra en el camino. Agustino, un señor
muy conocido del pueblo, le dijo a Jacinto que se alejara de esa roca grande y
que lo necesitarán para salvar la vida de todos los niños que se encuentran
dentro de la laguna.
Todos juntos pasaron la piedra La Vieja
hasta que llegaron a la laguna y Jacinto con un deseo de corazón pidió que
dejará libres a todos quienes estén ahí dentro y que se convierta en un lugar
de inmensa arena blanca con piedras de gran tamaño.
Y fue así cómo se rescató a todos los
niños de Cutervo, gracias a Jacinto y a su deseo se formó también “Los Blancos
Arenales” que al palpar la arena se siente húmeda, porque como ya sabemos fue
una laguna. Hoy en día también podemos ver a Clementina más conocida como La Vieja
que cada vez que se pasa por ahí todos los niños tenemos la costumbre de arrojarle
piedras y decirle: “Vieja ahí tienes tu azúcar, tu pan, tu arroz, tu cuy, tu
chicharon” porque muchos aseguran que
ella aún tiene vida y necesita alimentarse, lo han visto caminar en los
atardeceres arrepentida por lo que hizo y ahora cuida la reserva del Ilucán.
NOMBRE: Mily Maid Fustamante Sempértegui
El
misterio de Úrsula
Cuentan
que en una comunidad no muy lejana de la ciudad de Cutervo llamada La Culluna,
vivía Úrsula, una mujer a la que le gustaba el trabajo, era de carácter noble, honrada y luchadora, de talle alto, con piel
de color negro, muy negro, la única que en su comunidad poseía ese rasgo, ya
que lo heredó de sus queridos y adorados padres, pues cuentan que ellos eran de
una ciudad de la costa norte de nuestro Perú, que habían llegado a trabajar por
este lugar, y que murieron envenenados cuando curaban papas para evitar las
plagas, dejando a su hija adolescente.
Úrsula vivió sola, valiéndose por sí misma, con el
pasar del tiempo conoció a un hombre
bueno y trabajador con quién se casó, no
obstante la fatalidad legó nuevamente
cuando en un accidente de viaje falleció su esposo. Había quedado viuda, no tuvo hijos; se dice que cuando su marido
murió, ella estaba embarazada, sin embargo la desesperación hizo que perdiera a su bebé.
Úrsula
además de la tristeza tenía que soportar tanta discriminación por su color, y a
pesar de ello trataba de eliminar todas las ofensas en su contra, y tener una
mente positiva y ganas con la vida. Todas las noches rezaba, pedía a Dios fortaleza
para salir adelante.
Pero
un día pensó: - Yo siempre le imploro al Señor pidiéndole que al día siguiente sea diferente,
mas no sé si me escuche. Desde ese
instante dejó de orar. Pasaban los días, no tenía con quien conversar, vivía
sola en una chocita de paja y adobe, nadie se acercaba a ella desde que su
esposo dejó de existir por lo que se sentía muy mal y triste. Después de
soportar demasiada humillación e indiferencia, decidió salir a la puerta de su
casita, a lo lejos divisó un gran montón de arena blanca. Entonces, recordó que
su esposo le había prometido llevarla de paseo
a un lugar conocido como El Arenal.
Luego
de unos minutos, sin dar un paso atrás, decidió iniciar su camino, iba con un
traje negro; Úrsula salió de su pueblito dirigiéndose al lugar antes visto. Después de dos horas de
recorrido ya se encontraba en el centro de Cutervo, todos se impresionaban al
verla y murmuraban en tono burlón entre ellos mismos, es más la miraban de pies
a cabeza, como algo extraño. Avanzó unos pasos, se encontró con un ancianito
que descansaba en una banca y contemplaba la belleza que existía en la Plaza
Central de la Ciudad de Cutervo.
-
¿Le gusta observar el medio
ambiente?, preguntó a Úrsula.
Quedó
callada por unos instantes y respondió:
-
¿Qué es eso que acaba de pronunciar?
Con
una sonrisa el anciano explicó:
-
Es todo lo que ves a tu
alrededor.
Úrsula
interrumpió, contó lo que había visto y dónde quería ir. Al escuchar el señor
le relató una historia del cerro Ilucán que perdió una competencia con el Chaparri y porque
existe ese material que es un atractivo turístico para propios y extraños.
-
¡Yo quiero llegar ahí! ,
exclamo Úrsula.
Le
recomendó que ir sola por ese lugar no es bueno ya que hay una laguna donde,
existe una hechicera. Dejó de lado el
consejo, sin importarle nada, siguió. Alrededor del mediodía, llegó por fin
agotada y se puso a reposar, cuando de pronto escuchó una voz misteriosa que la
llamaba hacia la laguna; ella, prosiguió hasta que observó una bella mujer a
orillas de la laguna que estaba bañada de oro. La hermosa mujer empezó a
retroceder y entro al centro del agua; Úrsula la siguió el rastro, hasta que la
malvada agarró una espada de cobre que salía desde la superficie y la mato;
pero ¿Qué ocurrió?, su sangre al igual que su piel, era negra y pintó a toda la
laguna del mismo color.
Desde
ese momento, Úrsula no volvió nunca más a su hogar, pues se dice que se quedó a
vivir feliz por el resto de su vida en la laguna y le pusieron el nombre de la
Laguna Negra. Cuentan ahora que Úrsula protege este lugar, perdió la vida, más
no su espíritu, algunas personas la han visto sentada arreglándose el cabello a
orillas de las aguas negras de esta laguna, pero cuando intentan acercarse
desaparece a lo mejor no quiere ser discriminada; ella es feliz, se ha
convertido ahora en la protectora del Ilucán.
NOMBRE: Mirian Díaz Vela
La Rueda Encantada
Hace
cientos de años, en la época incaica, en lo más profundo de la sierra peruana
había un enorme bosque, lleno de belleza y gran
esplendor, imponente, pero celoso ante cualquiera que por allí se acerque. Habían
pasado algunos años y misteriosamente cada vez que los incas pasaban llevando en
su trono al emperador incaico o iban los jóvenes chasquis llevando el mensaje del inca, extrañamente la
mayoría de estos antiguos peruanos desaparecían o experimentaban extraños
sucesos, llegando muchos de estos a percibir hechos raros que hasta parecían
maleficios. Cansados de esta situación los incas decidieron hacer un pacto con
el dios Sol para pedirle que quite el encantamiento, a cambio ellos edificarían en su honor el templo más grande
y majestuoso del antiguo Perú; gustoso de la irresistible oferta el
poderoso dios aceptó y para poder romper
el hechizo les dio a los incas palabras claves y las tendrían que decir justo
en medio del templo en noche de luna roja o también
llamada sangrienta, y así fue; durante décadas
los incas trabajaron desde el alba hasta el ocaso para construir el magnífico
templo.
Después de largos años de sacrificio y arduo
trabajo por fin terminaron el gran templo, solo faltaban días para la llegada de la luna sangrienta, pero de improviso vino
la gran conquista; aunque los españoles nunca llegaron al territorio de aquel
templo, la conquista no dejó que los incas lograran su propósito; las
consecuencias iban a ser fatales, puesto que esta luna aparecería de nuevo y
por única vez quinientos años después de
aquel fatídico día, la gente que por allí pasara sufriría el maleficio del
bosque.
Con el paso del tiempo, aquel bello lugar que
algún día fue el más esplendoroso templo del Sol, ahora es solo ruinas; la
gente lo llama “La rueda” pues por allí se formó un pequeño caserío llamado
Chisigle, que ahora pertenece al distrito de Sócota en mi Cutervo, todos los
dueños de los terrenos de los alrededores realizaban sus labores sin importarle
la preservación de este lugar.
Un
día de primavera Enmy, una chica aventurera, curiosa, además de muy fantasiosa,
decide ir a Chisigle a visitar a sus abuelitos Clara y Juan; al llegar a este
campo, ella no soportaba el alejamiento de la televisión, la internet, el
celular y otros medios de comunicación, era una fuerte pesadilla, pero no podía
hacer nada para despertar de aquel marasmo.
Pasados
unos días, una mañana, mientras Enmy miraba el amanecer, su prima Breidy, de
actitud trabajadora y colaborativa se acerca y le dice:
- “Enmy
la abuelita está enfermita y nosotras tenemos que ir a dar agua al ganau”. Vamos.
- ¡Ay
qué pereza, ni de chiste voy!
-
Anímate prima, si tú estuvieras enferma, la abuela, haría todo por ti; además
para no aburrirnos vamos primero a la casa vieja.
- Ya
pues, entonces si voy, tengo curiosidad. Vamos.
Al
aproximarse el medio día, ambas salieron rumbo a la casa vieja; al llegar, se
treparon en un árbol enorme que allí había; desde la copa de aquel árbol ambas
pudieron contemplar el gran e imponente bosque, lleno de esplendor y belleza,
además de misterio, aquel era el mismo que los pobladores creían encantado.
Enmy quedó perpleja ante tanta belleza, le pidió a su prima que le contara más
acerca de este mágico bosque; Breidy le habló sobre miles de leyendas y mitos
que contaba la gente, esto despertó aún más la curiosidad en Enmy de saber qué
había en el interior de tan misteriosa vegetación.
Al
cabo de un rato, Enmy convenció a su prima para que ingresen en la espesa
maleza con el fin de ver por qué tantas historias acerca del bosque; ambas se
adentraron allí, quedaron impresionadas ante tanta majestuosidad, parecía un
sueño, un cuento de hadas, un mundo mágico. Estaban caminando por entre la espesa
vegetación, de repente empezaron a escuchar ruidos rarísimos, tétricos,
escalofriantes; en ese momento lo único en lo que Enmy pensaba era saber de
dónde provienen esas extrañas voces que decían:
- ¡Ayuda,
ayuda, sálvame!
Las
dos confundidas jovencitas atinaron a salir corriendo de allí; sus fuerzas se
agotaban, sus piernas parecían inmóviles, como si el bosque las arrastrara
hasta su mismísima muerte; entre tanta desesperación no pensaron en nada más
que seguir corriendo hasta salir del bosque; fue en ese mismo instante que se
encontraron fuera dela vegetación, y llegaron a “La Rueda”, nuevamente Breidy
le contó todo a Enmy sobre este lugar y la intriga de esta fue aún mayor. Las
dos jovencitas se fueron a dar agua al ganado, pero no salían de su asombro;
Enmy le dijo a Breidy:
- ¿Mañana
tenemos que volver?
- No,
ni loca vuelvo a ese lugar.
- Bueno,
aunque tú no vayas yo sí regresaré.
Al
día siguiente, Enmy regresó sola al tétrico bosque, tenía miedo; sin embargo su
intriga era mayor; vagó sin rumbo, no sabía lo que buscaba; las horas pasaban y
ella ni cuenta se daba.
Horas
después, su hermano Walter, quien era alto, de cabello castaño y ojos oscuros, salió
a buscarla; se adentró en la espesa vegetación y llamaba: - ¡Enmy, ven, regresa, ya casi anochece! De
pronto escuchó una voz que respondía:
- ¡Ven, ayúdame!, siguió la voz hasta llegar al centro el bosque,
aquella voz parecía salir del fondo de la tierra, así que atinó a cavar; para
su sorpresa no encontró nada, excepto unas rocas largas que poseían
inscripciones nunca antes vistas, las tomó entre sus manos; siguió su camino
hasta encontrar a Enmy, le contó lo sucedido y regresaron juntos a casa. Al
amanecer, los tres jovencitos fueron a ver al anciano más sabio de la comunidad
para que tradujera la lengua empleada en aquellas rocas misteriosas; el hombre
los recibió gustoso y no podía salir de su admiración al ver lo que habían
encontrado; les dijo: “A la media noche
de luna sangrienta, cuando el llamado del bosque vuelva a sonar, un héroe nos ha
de salvar, el maldito hechizo romperá, y las tinieblas jamás volverán, salvará
a nuestro pueblo, pero con su vida el costo pagará”; esto decían los escritos
de aquellas rocas.
El
sabio, antes que se marchen les dio algunas recomendaciones, si esta
acción de salvar al bosque querían ejecutar. Buscaron ayuda de sus
amigos para derramar agua bendita sobre todo el bosque, puesto que ese era el
primer paso, luego de eso esperaron solos en el bosque hasta que llegara la
media noche para ir a La Rueda, pues según el anciano era allí el centro de
poder de la maldición.
Cerca
de las doce, escucharon de nuevo las tétricas voces:
-¡Váyanse de mi bosque!, lárguense malditos
intrusos, no despierten mi furia. Se quedaron turbados, casi inertes, la
primera reacción de Breidy y Walter fue correr dejando a Enmy a su suerte; ella
no tenía miedo, pero sí ganas de acabar con el maldito espíritu que trataba de
asustarla; tocaron las campanas de la capilla del pueblo, era media noche y la
sangrienta luna estaba en su punto más alto; Enmy corrió y corrió sin descanso
a medida que sentía la ira de alguien y él como la seguía, dijo las dichosas
frases escritas en las rocas y todo pareció empeorar, el bosque se levantó a
los cielos en forma de aves negras de rapiña que se dirigían directamente hacia
ella, llegó a La Rueda terminando de pronunciar la profecía y en un momento,
todo terminó; el bosque desapareció, no había rastros de Enmy, pero se veían
plumas negras por todas partes. No se volvió a saber de ella, pero se dice que
ahora es su espíritu el que ahuyenta y castiga a todo aquel que trate de
acercarse a la “Maldita Rueda”.
NOMBRE: Darian
Enmely Llatas Mego
Un misterio en los Blancos
Arenales.
Hace
muchos años atrás en la Provincia de Cutervo: en los blancos arenales vivía una
anciana misteriosa de cabellera larga que solo salía por las noches y nadie
sabía su identidad.
Esa
mujer que toda la población la conocía
con el apelativo de “La Vieja” era encorvada
y de un aspecto temeroso.
Cuando
la gente de Cutervo subía de paseo al cerro Ilucán La Vieja se escondía detrás
de las hojas de los árboles para que nadie la vea.
El
30 de mayo de cada año como siempre era costumbre que toda la población subía
al Arenal de paseo, todos se divertían, comían sus ricas tortillas y sus cuyes
con papas. Pero cuando todos ya habían bajado, no se percataron de que un niño
se había quedado con La Vieja.
Ya
en el pueblo se dieron cuenta que La Vieja no se había quedado sola, sino
acompañada de un niño indefenso aproximadamente de 8 años, pasaron días, noches
y meses que buscaban al niño, pero no encontraron rastros de él.
La Vieja
estaba feliz porque pensó que nadie se había dado cuenta de su delito, cuidaba
mucho al niño que hasta lo llegó a querer como si fuera su propio hijo. Al día
siguiente, todo era como siempre, los esplendorosos rayos del sol se escondían
bajo las hojas de los árboles y el aire fresco que producía sonidos relajantes.
Cuando
era ya muy oscuro, La Vieja se enteró que andaban buscando al niño, ella
pensativa decidió esconderlo. Después de andar pensando de un lado al otro,
ella llegó a un acuerdo que era matar al niño.
Pasó
un tiempo, La Vieja llevó al niño a una laguna, la cual todos la conocían como
“La Laguna Negra”; La Vieja le dijo al niño que entre en lo más profundo que
pueda y que después ella volvería a sacarlo.
Cuando
La Vieja se fue, el niño se quedó solo y decidió hacer caso a la bruja. La
Vieja se arrepintió y regresó a la laguna pero ya era demasiado tarde, el niño
ya estaba muerto. Ella se fue al Arenal y no se dio cuenta que estaba rodeada
de los campesinos que iban en busca del niño, la agarraron y la colgaron en un
palo, ella gritaba desesperadamente pero nadie la ayudó.
Los campesinos gritaban que la quemen y que la
maten por mala, la bruja suplicaba pero nunca la soltaron entonces -dijo- ¡Suélteme!
porque la maldición caerá y todo niño
que pase por acá se asustará.
Seudónimo: La palomita del
saber.
Autora: Flores Cubas Lita.
hola, quisiera los poemarios de lazaro carrasco
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